viernes, 19 de noviembre de 2010

Cambios

Desde que no escribo han pasado muchas cosas. Antes de ayer me hicieron una eco en la que pude apreciar como mi guisante dejó de ser pepinillo para convertirse en aguacate, y se encontraba boca abajo -en eso se parece a mí- moviendo sus piernecillas pero no lo suficiente como para que pudiéramos ver lo que hay entre ellas; probablemente la próxima, dentro de apenas un par de semanas, podamos salir a dudas.

En estos cuatro meses y medio, perdí un kilo y he cogido otro, por lo que a efectos de peso estoy igual que antes, es decir, gorda. Por eso cuando la gente me pregunta que si se me nota algo, no sé decir, porque si bien es cierto que noto algún cambio mórfico, no lo es menos el hecho de que me cuesta distinguir la lorza del preñamiento. Ya se irá viendo.

Ha habido otros cambios, como que he pasado de odiar el vinagre (antes de) a matar por una banderilla. Amo los encutrtidos, ha sido un gran descubrimiento cogerle el punto a las cebolletas. Y no, no ha dejado de gustarme nada, no le he tomado asco a nada y no he tenido ningún antojo. Pero he pasado de comer con desgana a comer con apetito y a saborear cada alimento como si fuera el manjar más preciado.

Siguen creciendo los pechos, ese crecimiento es el más apreciable, y se ponen pesados de noche como un cólico de melones de Villaconejos. Curiosamente, también llevo unos dias notando cierto escozor en el ombligo, que por momentos toma el color de las cerezas. Parece que esto tambén es normal.

En contra de todo pronóstico, me he vuelto un poco pasota. Sigo las indicaciones de los médicos, y como hasta ahora todo va bien, cada sensación desconocida, cada cambio lo atribuyo a la propia naturaleza de la gestación, creo que es la única forma de no agobiarme ante tanta revolución.

Lo malo es que he empalmado una contractura con un catarro y el paracetamol no surte los efectos deseadaos, y me agobia estar en casa tanto tiempo, tengo ganas de trabajar ya. Probablemente el martes vuelva a la rutina.

Ya tengo un cajón lleno de ropita minúscula y preciosa, y muchas cositas "que te vendrán bien", pues hala, bienvenido sea todo, incluso esos jersecillos de punto amarillo limón que con tanto cariño se han hecho y tan poco me gustan.

Me hago pis cuando estornudo, me pica la barriga, me crece el pelo fuerte y ya no tengo tanto sueño ni tanta hambre.

PD: Ah, y dicen que estoy muy guapa y que por eso va a ser niño. Si finalmente es niña, pediré explicaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario