martes, 14 de septiembre de 2010

Guisante boom boom

Breve y concisa. Esta mañana he visto a mi guisante, SUBIDON! Estoy de nueve semanas.
Ahora maratón de consultas y analíticas, sencillamente, tengo el corazón contento: mi guisante tiene un corazoncito que hace boom boom boom...

martes, 7 de septiembre de 2010

CeroLomo

La toxoplasmosis, esconde detrás de ese nombre endemoniado, el mal menor de renunciar a unas lonchitas de jamón, un buen surtido de ibéricos, o un filete vivo, como esos a los que acostumbra mi chico. No creo que me suponga un esfuerzo titánico, siendo como soy, mujer de queso.


Suena raro eso de mujer de queso hasta el punto que pareciera que soy un triángulo gigante y amarillento con agujeros por todas partes como esas porciones deliciosas de quesos holandeses que muestran las vitrinas de la mantequería de ElCorteInglés.


Queda claro, por tanto, que me refiero a mi predilección por el queso por encima del jamón y demás chacinas. Aunque en honor a la verdad, mato por un buen lomo embuchado como esos que me manda de ciento a viento mi querido Pedro.


Lo que me tiene asombradísima es la alucinante expansión de mis glándulas olfativas, al punto de sentirme triple perra: por vocación, por el cansancio, y por la rapidez con que detecto olores casi inadvertidos para el resto. A lo largo del día, me siento como Grenouille, el protagonista de El Perfume, salvando las distancias, claro.


Cada día descubro nuevas sensaciones, que ya no me parecen tan extrañas, lo que defino como un paso gigante en mi escalada hacia el Instinto Maternal. Hasta ahora yo era más de otros instintos más básicos, hablando de sexo, ¿qué es eso?


Tengo pendiente la ardua tarea de convencer a mi chico de que echar un polvito/polvazo no es perjudicial para el guisante, que consultado con madres recién estrenadas, parece ser que es comportamiento habitual en nuestros machos fecundadores  tras conocer la noticia. Dicho lo cual, anuncio públicamentge que quiero lomo, salami, pinchito, porque sé que hay manjares libres de toxoplasmosis capaces de recuperar placeres casi olvidados.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Lo que necesita... es amor

Estoy harta de que se imponga un arquetipo para cada situación y de que el hecho de quedarse embarazada suponga una actitud determinada, que hoy por hoy, no tengo.

Hablo de libros que enseñan a ser madres, de centros comerciales dedicados en exclusiva al mundo del bebé, de cambios tan radicales después del nacimiento que impiden ver la tele, hacer el amor, tomar un café con las amigas o limpiar el baño.  No es ese el concepto que tengo de ser mamá.

Tengo la sensación de ser cuestionada por mi actitud, tan lejana a la de esas otras mujeres que parece que  nacen con el instinto maternal como un órgano más en el diminuto cuerpecito de una niña. No creo que tenga pedir disculpas por ello, pero ni he hablado con "mi guisante", ni me llama la atención comprar ropita ahora, ni me interesan los libros con fotos de fetos y consejos para averiguar el significado del llanto.

Ahora pienso en seguir las indicaciones de los médicos, en aprender a reconocerme distinta por momentos, en imaginar a quién se parecerá, en rezar -a mi manera- para que no me duelan las muelas ahora que un medicamento es el peor enemigo de mi cuerpo,  y en vivir la vida de la misma forma que lo he hecho hasta ahora.

Y no, no se me pasa por la cabeza -ni en sueños- convertir mi casa en un parque temático infantil. He sido tan feliz en mi infancia que si sueño con algo es con poder criar a mi bebé como me han criado a mí: con amor, respeto, y tonterias, las justas.

He tenido un mal momento pensando en que pueda parecer egoista e insensible, pero no lo soy. Quizás ocurra que hay demasiadas mujeres que por una infancia no feliz, por alguna frustración, por propio deseo o porque es lo que se impone, en su afán de darles lo mejor a sus bebés, piensan que lo mejor es lo material en abudancia.

Yo no pienso así.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Guaydelparaguaypapanamericano

Hoy estoy contenta. Si no fuera por lo que es, me marcaría un chuminero al ritmo del panamericano de Yolanda BeCool, que digo yo, que esos miramientos son ahora que me sé el percal, porque hace tan solo unos dias, ignorante del asunto, me marcaba yo unos pinos subacuáticos de padre y muy señor mío. Como dice el refrán, el que no sabe es como el que no ve.



Me encuentro serena, como la Williams, y en algo ha contribuido esa lluvia tranquila que ha caído hace un rato. Me dan ganas de ovillarme y cerrar los ojos y volar hasta caer rendida en brazos de Morfeo, pero esta silla, aún ergonómica, anatómica y Sinforosa, no deja de ser la silla de trabajo… y claro… no es plan aunque las ganas me sobren… madre mía que sueño!


Mi hermana, ejerciendo de madre en funciones y de tía experimentada, me cuida y me da caprichos que no pido, como esas patatas con carne que preparó ayer y tan bien me sentaron, o esa bolsita con un par de chupetes, un babero, y un peluche para el “guisante”.


Me llamó mi suegra para preguntarme que cuanto me medía la muñeca, y después de varias pruebas nada empíricas para determinar el sexo del bebé, pensé que esta sería una más, pero no, quería la medida porque me ha encargado una pulsera. ¿Será para los mareos?

He pasado por varias pruebas populares al estilo Grand Prix del esoterismo para saber si el guisante tiene pepe o cola, pero no hay quórum, con lo cual, la inexactitud de esta ciencia no saca de dudas a nadie. Eso a quien dude. Yo tengo muy claro por qué lo llamo guisante y no lenteja.