lunes, 2 de mayo de 2011

Nueve

Mi niño quiso venir al mundo después de nueve meses... y nueve dias... en el paritorio 9 del Hospital Infanta Leonor. Hace hoy nueve dias, amanecí con la sensación de que su llegada era inminente... y ya no merece la pena hablar de esas horas previas en las que el cuerpo se ensancha y va tomando forma para convertirse en canal, en el canal de la vida. Por supuesto que ha sido una experiencia indescriptible, pero en ningún momento imaginable. Desde luego, si tuviera que definirlo con una sola palabra esta sería salvaje.

Estuve acompañada en todo momento de mi amor, dos amores esperando la llegada del amor de nuestras vidas, convirtiendo su aliento en caricia, sus manos en fuerza, sus palabras en reto cuando apenas quedan ganas si quiera de tomar aire. Fuera esperaban quienes me aman como yo ahora sé que se ama a un hijo, y mi hermana, por cuya sangre corre la misma savia que por la de este Marco que le quita el sueño, y es así y no puede ser de otra manera.

La aventura de sus primeros dias de vida está siendo maravillosa, y sigo creyendo que hay tres pequeños grandes secretos para que todo funcione:  higiene, alimentación y amor. Un bebé limpio, alimentado y querido no necesita muchos más cuidados... y es tan fácil cumplir mínimos!

Duermo poco, la mayoría de las veces porque mientras  él duerme me alimenta la placidez de su descanso, las muecas de sus fantasías, ese pedaleo con las piernas que por lo pronto es de lo poco en que le encuentro parecido conmigo, y lloro mientras le miro y seguiré haciéndolo mientras lo sienta, porque esas lágrimas son el jugo que me alimenta el alma.

Sé que no comprende más lenguaje que el latido de mi corazón, y aún así le musito al oido que me encantaría poder hacerle tan feliz como él me hace feliz a mí, y me sonrie o suelta un pedete de esos que vienen con sorpresa de color mostaza, y en ambos casos tengo la sensación de que no entiende mis palabras, y tampoco le hace falta, le basta con sentir ese run-run para saber que quien le ama como jamás pensé que se podría amar soy yo.

Cuando seas mayor, Marco, nos reiremos juntos recordando que un dia antes de nacer, cuando mami empezó a sentir contracciones de parto, antes de ir al  hospital la abuela me puso de comer unas lentejas con chorizo "para que tengas fuerza" que me supieron a gloria, que cuando esas contracciones fueron más fuertes, y estábamos esperando en una habitación que me llevaran al paritorio, tu papi se cayó del sillón, serían los nervios, que no perdonan, aunque ya después de que vinieras al mundo le volviera a ocurrir...esos sillones tan modernos!! Nos reiremos cuando te cuente que la matrona llamó a papi para que viera como tu cabeza comenzaba a asomar entre mis piernas y lo primero que me dijo fue "tiene pelito"... quizás nos riamos, aunque ahora mismo esté llorando de emoción al recordarlo.

Papi estuvo en todo momento pendiente de mí, secándome ese sudor frio que me recorría todo el cuerpo, hasta que pedí que me quitara ese trozo de tela al que llaman camisón, y aún desnuda sentí como tu calor me abrasaba. Sentí unos dolores tan inmensos, una ansiedad tan devastadora que llegó a vencerme el agotamiento después de tantas horas, por eso cuando la matrona me dijo que si en el siguiente pujo no salias avisaría al ginecólogo para "sacarte" de otra manera me sentí derrotada,... pero tomé aire, lo mantuve tanto tiempo como pude, empujé hasta caer abatida y al abrir los ojos, vi como lavaban un bebé bajo un grifo, y una señora vestida de verde me miró y dijo: vaya niño más gordito has tenido. Y mi boba respuesta entre lágrimas y en forma de pregunta. ¿pero ése es mi niño?

Al momento te colocaron sobre mi, sentí un alivio que poco a poco se fue transformando en alegria, papi nos miraba con lágrimas en los ojos mientras yo entendí en ese momento que todo había valido la pena, y que tu llegada se había convertido en analgésico y en bálsamo y en serenidad... y en todas esas sensaciones indescriptibles de las que me habían hablado quienes ya han pasado por esto.

Tu buscabas mi pecho mientras papá buscaba la salida del paritorio: mi amor, me voy a salir un rato, estoy un poco mareado... ¿un poco? el pobre estaba blanco como la cera, sudoroso, tembloroso... y supongo que con unas ganas locas de fumarse un cigarro tras otro. Azucena me contó después que salió hecho polvo, emocionado, cansado, níveo y que se abrazaron y lloraron, como no podía ser de otra manera.

Cuando entró la abuela, mi madre, al paritorio, empecé a comprender lo estúpidos que a veces somos los hijos cuando dudamos de cuánto nos quieren nuestras madres,y eso que apenas habían pasado unos minutos desde que naciste. Lloramos de alegria, le pareciste tan precioso como a mi, y no paraba de acariciarnos y de decir qué hermoso es hija. Esos momentos también son totalmente salvajes, instintivos, plenos, y espero poder tener la memoria suficiente para no olvidar esa sensación mientras viva. Mamá, te quiero tanto!

Al poco tiempo nos subieron a la habitación en la que el abuelo y tu tia Azucena y tu tio Paco esperaban con unos churros. Esa manera tan española de festejar las alegrias comiendo me encanta. Me quedé con la ganas de comerme esos churros calentitos, pero la enfermera me dijo que no podía comer nada en unas horas, y tampoco levantarme. Hizo bien en avisarme porque justo antes de que lo hiciera me dieron ganas de ir a hacer un pis y lavarme los dientes y pintarme los morros... pero tuve que esperar dos horas para tomar una triste manzanilla y un par de horas más para verme en el espejo del cuarto de baño la cara de gilipollas que se te queda cuando se cumple un sueño.

Al poco, empezó una romería de tios y primos y amigos y compañeros que quisieron verte y a los que tanto me alegró escuchar y ver y  que nos acompañaran en un dia tan especial, y me gustó que te recibieran con besos y caricias al oido porque te mereces eso y todo, mi niño.

Durante los dos dias que estuvimos en esa habitación de hospital tan bonita fuiste el niño más aclamado y visitado por enfermeras y auxiliares y limpiadoras por la hermosura de tus cuatro kilos y pico... lástima que cuando uno se hace mayor,  tanto lustre se convierte en mofa de algunos despiadados obesionados con las tallas. Qué bien se han portado con nosotros, y qué bien te has portado tú, que saliste del hospital sin haber llorando más que cuando te pincharon en el talón y aún así, acunado sobre mi pecho empezaste a sonreir enseguida. Será por eso que cuando llegamos a casa de los abuelos y empezaste a llorar desconsoladamente tu cuarta noche de vida, papi quiso que te lleváramos al hospital y el berrinche acabó en cuanto te puse un chupete.

Llevas nueve dias con nosotros y parece que siempre has estado aquí. Eres precioso mi amor, y bueno, y tranquilo, y sólo de pensar que algún día te pongas malito o no seas tan feliz como lo eres ahora me muero, pero haremos todo lo posible y lo imposible por mantener esa sonrisa tuya que no se puede comparar con nada.

Para ser un bebé 10, sólo te faltan alas, como las de ese ángel que te cuida desde allá donde esté, Alma, o esos otros ángeles, mis abuelos, a los que les habría encantado conocerte. Pero el 9 es gran número, ¿no te parece, cariño mío?

Te amo

martes, 5 de abril de 2011

La sonrisa vertical

Hace ya algunos dias que no escribo, más por pereza que otra cosa. Pero llegar a estas horas a casa y que estén echando en la tele un partido es motivo más que suficiente para apoyarme en mi teclado y desfogarme un rato.

Estuve la semana pasada en la consulta de mi ginecóloga, quien me mandó a monitores para que me midieran la frecuencia cardiaca de Marco, que a tenor de sus pulsaciones parece ser muy tranquilo. Como el padre, pensé yo, y la gráfica así lo corroboró.

Iba con un miedo espantoso, eso de los monitores, aunque te lo cuenten, suena a Gran Hermano, y ya me imaginaba yo en un sala llena de cables y cámaras adentrándose en mi útero. Nada que ver. Una camilla aséptica, un tensiómetro, una correa tipo cinturón de seguridad del coche, y una maquinita registrando algo parecido a un electrocardiograma es todo cuato había en aquella salita. Eso, y el latido de mi niño de BSO.

Me tocó una matrona dicharachera y hippy a la que no le importó que se me cayeran las lágrimas a chorro de puro miedo: mujer, llora, llora todo lo que tengas que llorar, pero vamos, que si no sabes relajarte, piensa en lo difícil que es hablar inglés y la gente aprende. No era cuestión de soltarle una fresca cuando en su ánimo estaba el de motivarme, pero me dieron ganas de decirle que don de lenguas he tenido siempre, y que a unas malas, siempre me quedará Gary, o la nativa Jane, que viendo como domina el castellano, debe dominar  la lengua de Shakespeare como Heidi a las cabras.

Entre sonrisas y lágrimas me dijo que todo iba bien, pero que aún así, quería que pasara a la consulta que el médico quería hablar conmigo. A mi esto me acojonó bastante, dada mi tendencia natural a ponerme siempre en lo peor. Y el médico resultó ser una estupenda doctora, que me quitó de un plumazo muchos miedos, que me dijo que mi niño pesaba 2'8 kilos y que el líquito amniótico estaba estupendo... por si fuera poco, me extendió una caja de Kleenex... y se despidió con lo que a mis oidos sonó pura poesía: espero que cuando nazca tu bebé me traigas una foto para ponerla en ese corcho, porque va a ser precioso. Preciosa tú, pensé yo. No entra en el sueldo tanta amabilidad y cierta dosis de afecto, pero son tan reconfortantes o más que un buen diagnóstico.

Por cierto, que antes de ir al hospital a los monitores, estuve en el centro de salud donde me habían citado para un exudado. Qué palabra más fea. Dos cosas descubrí allí, bueno, mejor dicho tres.

1.- Que el exudado no tiene nada que ver con sudores vaginales, eso es sólo en mi imaginación.
2.- Que la prueba consiste en meterte una pincho moruno sin carne por delante y otro por detrás, lo que no resulta doloroso, pero es una auténtica marranada
3.- La adorable niña del telecupón, Lara, está embarazada y le estaban haciendo la curva. ¡Toma exclusiva!

La verdad, que hasta que no te quedas embarazada, la expresión "me toca el coño" está vacía, carente de sentido... y ya llegado este punto, no sólo es que te lo toquen, es que se habla de manos que se introducen hasta el codo!!! Dios, no es ese el concepto que yo tenía de un tacto vaginal.

En la recta final de consultas, hoy tocaba matrona. Me flipa la seguridad con que alguien puede decir que el bebé pesa 3'1 kilos simplemente palpándome la barriga. Está un poco iluminada esta Pilar, que también me ha dicho que ande o que baile un poco para que me vaya bajando el bebé, tócate los pies, con las pocas ganas que tengo yo de hacer algo que no sea comer o estar tumbada. Así que mañana retomaremos los paseos, eso sí, en compañía, con el móvil en una mano y la carpeta azulita en la otra, por si las moscas.

Como tengo dos FPP (fechas probables de parto) me voy a quedar con la última, para evitar agobiarme más de lo necesario, pero son tantas las ganas que tengo de verle, que hasta no me importaría que naciera el 8 a pesar de que es la apuesta de la porra que más me toca el coño, casi literalmente hablando.

La boca no se me ha hinchado, ya sabeis que tengo los labios hinchados de serie, pero hay que ver qué lengua estoy echando, coño!

Recuerdo una editorial de literatura erótica que se llamaba La sonrisa vertical... qué forma más bella de describir esa mueca por la que transcurren tantas emociones... hasta la vida!

lunes, 7 de marzo de 2011

Buenos aires, sexo en Nueva... Numancia y made in China

A veces dos horas y media no dan para nada, apenas para echar una siestecia o matar el tiempo viendo como se pegan en la tele, pero otras veces, dos horas y media dan para mucho. Ha sido el caso de la clase de hoy. Ejercicios en colchoneta y cuidados en el primer mes del bebé. Vayamos por partes.

Nada más llegar a clase he preguntado por una compañera a la que hace un par de semanas que no veo. La última vez, estaba de 40 semanas, y recuerdo cómo dejaba descansar su enorme barriga sobre la silla. Hoy nos ha comentado otra de las compañeras que había dado a luz en casa. Parece ser que empezó con contracciones, se dio una ducha para irse al hospital, y al salir de la ducha notó que su nena asomaba estrepitosamente por su entrepierna.

Una llamada al 112 sirvió para que su marido se convirtiera gracias al gran descubrimiento de Bell en matrona improvisada. Casi 4 kilos de chiquilla y ninguna complicación. A mí se me han puesto los pelos como escarpias, y a Jose los güevos de corbata de imaginar una situación parecida. Pero no deja de ser alentador que ocurran cosas así. Estos dias he visto en la caja tonta en varias ocasiones, el caso de una señora que ha dado a luz en su propio coche mientras iba camino del hospital. Suerte que un ginecólogo les acompañara, pero produce escalofrios ver esa imagen que el padre de la criatura grababa mientras su señora se retorcia de dolor en el asiento trasero de un turismo. Entre salir corriendo por la otra puerta y grabar un video con el móvil hay un término medio.

Al rato nos ha contado la matrona que otra de las compañeras ha dado a luz sin epidural a pesar de ser un parto inducido y  sobre una silla de parto, que es lo más parecido a un orinal, y que todo había salido a pedir de boca., Estas cosas animan mucho, especialmente hoy, que te tenido algo parecido a un ataque de pánico. Vamos "cayendo" como moscas ¿quién será la próxima?

Noto que nos miramos de reojo, nos vemos más gordas, más torpes, más lentas... pero a pesar de la ilusión y las ganas de ver a nuestros bebés, no veo que ninguna tenga prisa porque llegue el momeno.

Una vez compartidos estos "ecos de sociedad", nos hemos descalzado y hemos empezado a hacer ejercicios sobre la colchoneta. Esta vez, no he tenido que compartirla con nadie. Y Jose tampoco, faltaría más.

Al simular un pujo, expulsando todo el aire y ejerciendo presión sobre el abdomen, a una de las compañeras se le ha escapado un enorme pedo-carambola. Un pedo de esos que nacen con cierta timidez para acabar haciendo una pirueta sonora digna de una partitura. Sólo cuando me he asegurado de que no hábía sido Jose es cuando se me ha escapado una carcajada. La pobre, como es natural, se ha puesto roja como un tomate, pero un tomate de los de antes, ahora se llevan más los verdes y los marrones, pero toda su cara era un tomate de pera. Ha pedido perdón, y la clase ha continuado como si nada, pero justo en ese momento he pensado "esto tengo que escribirlo en mi blog". Dicho y hecho.

A partir de ese momento, nada ha sido igual. Los siguientes minutos de pujos simulados y jadeos he estado más pendiente de contraer mi esfínter que de hacer lo que la matrona nos iba diciendo. Porque la tipa en cuestión se ha puesto roja, pero a mí me pasa y me pongo... de parto! Dios que vergüenza!

El ejercicio de los jadeos es tremendo. Yo siempre he pensado que eran más exagerados, algo quizás, más parecido a esos otros que produce la embestida de una buena polla en pleno fragor de la batalla, pero no. Estos jadeos que nos aconsejan en caso de necesidad, consisten en simular que absorvemos un spaguetti con la comisura de los labios, y vamos tragando poco a poco.. que también tiene su rollo y su morbo... pero no creo yo abierta de par en par sobre la cama del paritorio se me ocurra confundir las churras con las merinas y los spaguettis con un buen penne rigate.

Dice la matrona que lo hago muy bien. "Muy bien, chiqui, ahí, con un par de ovarios"... admito que lo de chiqui no me hace ni puta gracia, y menos aún notar cómo me hundía la uña de su dedo sobre la barriga, pero mola que te digan así, aunque sólo sea para animarte. En otro ejercicio, cuando hacíamos estiramientos de gato al más puro estilo Karmele, se me ha acercado y ha dicho en alto "qué dominio del cuerpo"... y claro, ahí ya me he sentido casi olímpica, a punto de imaginarme con una corona de laurel recibiendo medalla de oro... siempre he sido elástica y flexible, difícil de imaginar entre tanta lorza... pero es así.

Otro de los momentazos de la tarde, ha sido cuando una de las mamás ha preguntado, ya entrados en calor, si estando embarazada las bolas chinas son perjudiciales... la respuesta de Pilar, la matrona, no se ha hecho esperar: "mujer, ni perjudiciales ni beneficiosas, más que nada, porque la vagina se ensancha tanto que igual que te las pones se te caen"... Esto me ha tranquilzado bastante, la verdad, no porque tuviera pensado introducirme bolas, sino porque corrobora algo que vengo observando de un tiempo a esta parte...

He tenido la sensación que más que satisfacer su curiosidad, lo que quería era presumir de modern talking diciendo que se las había regalado su marido para San Valentín -que no he visto regalo menos romántico- ni veo necesidad de que lo cuente en mitad de una clase de preparación al parto, pero como hay gente para todo, ya el tema se ha animado, y otra nos ha ilustrado sobre anillos vibradores... tanto énfasis le ponían las dos al asunto que pareciera que se han quedado preñadas por obra y gracia de un hermoso dildo, ay que joderse... nunca mejor dicho...

Ha habido un momento que he tenido que sentarme en la colchoneta y beberme mi botellita de agua, porque entre la calefacción  a toda pastilla y el calentamiento global me estaba poniendo mala, pero mala de revuelta al borde de la naúsea, tanta gilipollez en tan poco tiempo no ha tardado en hacerme efecto... un beso de mi chico, casi siempre, produce el efecto deseado, y en esta ocasión, no iba a ser menos.

El resto de la clase, la ha impartido una enfermera de pediatría con un precioso bebé de plástico enseñándonos cómo se le cura el ombligo, la bilirrubina, de qué color deben ser las cacas y esas dudas típicas de los primeros dias... y al salir de clase, una maletita de regalo con muestras de cremas, un pañal y decenas de ofertas de suscripciones a revistas en las que el chulazo más mayor no pasa de los dos años... todo llegará... pero de momento, sigo siendo fiel al ¡Hola!

lunes, 28 de febrero de 2011

Marco en el Dia de Andalucia

Hoy, para celebrar el día de Andalucía, tenía cita por la mañana con el médico de familia, ecografía a primera hora de la tarde y clase del CPP de la que acabamos de llegar. Hubiera preferido estar en una caseta bebiendo rebujito y meneando las piernas al compás de unas sevillanas, pero como cada cual lo celebra como puede o quiere, yo lo he hecho despertándome a las 5 de la mañana con la muerte de Amparo Muñoz, desayunando un colacao y una magdalena mientras veía los trapitos de las celebrities en la red carpet de los Oscar - bendito sea el Señor qué hermosura de pechuga la de Pe aún embutida en ese vestido rojo tan parecido a esos que cuelgan de las perchas de plástico de las tiendas de los chinos- qué poco glamour, de lo que deduzco que tras su reciente maternidad, Pe se pasa el glamour por el arco del triunfo, vamos, por su santo coño.


Según salía de casa, un frio espantoso y un aire cruel me azotaba la cara, al momento ha empezado a llover, y apenas salía de la consulta un sol radiante e inesperado me ha devuelo las ganas de seguir mi paseo. De vuelta a casa con trapitos varios para mi niño chico, y siguiendo mi particular celebración andalucista me he comido por este orden un plátano de Canarias, una tapita de ensaladilla rusa y un postre de soja. Viva Andalucia.


A las 15'00 tenía cita con el ecógrafo, en este caso una señora más seca que las mimbres, que no ha abierto la boca más que para decirme "quítese las manos de la tripa". Conforme me las quitaba he tenido que hacer un esfuerzo tremendo por no darle una hostia, ganas no me han faltado, qué tia más siesa. Y al final de la exploración seguía sin decir nada. He logrado sacarle un "ya le informará su ginecólgo, es que todo está normal... pesa 2.200 y ya está colocado"


Dios, cuando he oído que ya estaba colocado he estado a punto de cagarme por la pata abajo... he respirado hondo, he buscado en mi madre una mirada tranquilizadora, y por suerte la he conseguido... pero sólo por un momento.


El papi no ha llegado a tiempo de entrar conmigo a la eco, de lo que casi me alegro, porque a buen seguro que le hubiera soltado una fresca a la siesa.


Otra vez de vuelta a casa, hinchados como pavos con esos 2200 gramos de carne en mis carnes, y al poco de hacer la digestión otra vez al ambulatorio a la clase de los lunes. Hoy tocaba "Partos complicados y una hora de ejercicio en colchoneta"


Pues bien, lo primero ha sido la colchoneta. No había para todos, así que mi marido que al principio se había sentado conmigo en mi colchoneta, se ha acomodado en una él solito, y la menda ha compartido colchoneta con el marido de otra embarazada dos colchonetas más allá de la mía/nuestra. Normal, lo que se dice normal no es. Ha tardado cerocoma en descalzarse, repantingarse y relajarse imaginando que estaba en Rock in Rio... y yo viéndomelas y deseándomelas para no tocar al marido de la otra, incapaz de relajarme ante semejante situación por más que haya hecho el intento de verme en mitad de una selva en plena tormenta.  Lo mejor de todo es que cuando le he dicho que cómo se había cogido la colchoneta para él solo en vez de dejármela a mí para no compartirla con el otro, y me dice "churri, si no pasa nada, como te has quedado ahi". ¡Tócate el coño mariamanuela!


Ejercicios a cuatro patas, rotación de pies, estiramiento de cuello, brazos, piernas "joder cariño, si parece que estamos en un entrenamiento"... qué obsesión tiene este hombre mío con el fútbol!


Después de la práctica, la espantosa teoría de un parto complicado, tan espantosa, que paso de recordarlo... prefiero quedarme con la idea de que mi niño está bien colocadito y crece dentro de la normalidad... ¿se puede pedir más?

martes, 22 de febrero de 2011

Una de tantas...

Según el programa del curso de preparación al parto, la clase de ayer consistía en una visita al hospital. Ya son ganas de ir de visita. A mi me gusta ir de visita a casa de mis primas, al Museo del Jamón, al H&M de Gran Via... pero no, tenía que ser al hospital. Dejamos el coche en el parking privado del hospital público, manda cojones, que como la primera hora es gratis, parece que engancha, y total, pensé, por una hora más nos evitamos complicaciones y tampoco será para tanto.

Al llegar, el hall era lo más parecido a una quedada de barrigas a punto de caramelo, con maridos con cara de "quécoñohagoyoaquí" y señóras con caras de "medanganasdequedarme", tan diferentes siempre la actitud de ellos frente a la nuestra.

Nos recibieron tres matronas y una auxiliar de enfermería con cara de pocos amigos, no se hizo esperar la reacción de Jose "la de amarillo no me gusta, mira que cara de mala follá tiene la tia"... y justo en ese momento, pensé que basta que algo no te guste para que te toque... ya se verá.

Nos pusieron un interminable PPS con fotos desde todos los ángulos imagibales de la vista aérea del hospi, los paritorios, el equipo médico, una bola con cuernos, una liana de goma... a veces parecía un spot de Imaginarium... pero para imaginación la mía, que ya me veía tumbada en esa cama dale que te pego a los empujones loca por ver la cara de mi niño...

Después de casi dos horas de exposición y turno de preguntas, nos invitaron a subir a la planta de obstetricia a ver los cacareados paritorios.

- Jose, como sólo vamos a subir las chicas, vete a dar una vuelta al coche. Y así se quedó la cosa.

Nos llevaron en comandita a urgencias, y de ahí a recorrer las salas, y de ahí a una de las habitaciones que ocuparemos todas y cada una de nosotras. Dos chavalas, no tan chavalas se marearon.Supongo que del calor, porque la verdad es que la sala de parto en cuestión no es tan diferente de una habitación de planta, pero el calor era insoportable. Puede que también influyera algo el hecho de que nos metieran a 20 mujeres con nuestros respectivos bombos en un espacio no demasiado amplio. Desdramatizan bastante el parto, no en vano son profesionales del asunto, pero no consiguen quitar el miedo, que es lo que más me preocupa. Me veo capaz de soportar el dolor, epidural mediante o no, pero la asignatura pendiente de estos sanitarios es quitar el miedo, materia en la que conmigo suspenden.

Eran cerca de las 21'00 cuando concluyó la visita y  cada mochuela se disponía a correr en busca de su olivo. El mio, Jose, supuse que estaría esperándome en el coche. Por si acaso le llamé.

- ¿Dónde andas? Ya salgo..
- Estoy aquí abajo en la puerta principal
Y conforme abandonaba la conversación le vi a lo lejos
-¿Qué tal?
- Buah Jose, dos tias se han mareado..
- No jodas, ¿tanto acojona el paritorio ese?
- No, no, supongo que ha sido del calor, ufff.  es que no te imaginas qué calor hace ahí dentro..
- Pues no veas qué movida.. ¿tú has visto mi monederillo?
- ¿¿?? ¿¿¿qué monederillo???
- Joer, el blanco.. he ido al parking a pagar y no lo tengo...
- ¿No se te habrá caído en el salón de actos?
- No... si ya he mirado, iban a cerrar ya pero he entrado con una matrona y nada... bueno, se habían dejado una chaqueta.,.. menos mal que hemos entrado... así que viene Lolo...
- ¿Cómo que viene Lolo?
- Si, es que como no tenía para pagar el parking he llamado para que venga..
- Vamos a ver, ¿por qué coño no me has llamado a mi?
- Joder churri, es que como no te has cogido el bolso pensaba que no llevabas dinero...
- ... Pero que al final no viene Lolo, que vienen tu padre y tu hermano, que estaban por aquí cerca...
- Joder, ¿y por qué no has llamado también a tu..?
-¿Qué?
- Nada...A todo esto... ¿has mirado en el coche por si se te ha caido?
-Si, pero nada. lo he debido de perder por el hospital... porque lo llevaba en la cazadora
-¿No te lo habrás dejado en casa otra vez???
-Joder que no, si he visto que lo tenía en el bolsillo, cuando hemos dejado el coche he mirado a ver si tenía monedas sueltas para el parking... venga churri, no te enfades...

Volvíamos a casa en el coche, por cierto 7 euros del puto ticket de parking... y eso que la primera hora era gratis... y nada más llegar a casa... el puto "monederillo" estaba encima  la mesa..

- Joseeeeeeeeeeeeeeee
- ¿Qué pasa ahoraaaaaa?
- Nada hijo, no pasa nada... que me he casado con un hombre sin cabeza...
- ... Bueno, pero tengo corazón y te quiero como a nadie en este mundo. y a éste -señalándome la barriga- también..!

Marco, hijo mío... tienes un padre al que a veces mataría... pero va a ser el mejor padre del mundo!

martes, 1 de febrero de 2011

Ay dios mio!

De revolcones como los del último -y maravilloso- anuncio de Ikea vienen sensaciones como las que tengo ahora. Es difícil cuando se tiene una vida sexual más o menos activa situar en la memoria ese momento en el que se produjo el milagro, más aún cuando este coincidió con el Mundial de Fútbol, durante el cual no había macho que se preciara con ganas de celebrar la posibilidad de que España alzara la copa, como así fue.


Pero lo ponen aún más difícil los médicos, que agarran su rueda de cartón como quien consulta el oráculo, y juegan a adivinar la fecha de la última regla porque parecen fiarse muy poco de la fecha que tu recuerdas y más asombroso aún es que con el mismo cartoncillo circular intenten averiguar una posible fecha de parto. Yo advierto que mi intuición me dice que será entre el 8 y el 10 de abril, veremos quien gana la apuesta.


Conforme escribo siento como Marco campa a sus anchas por mis entrañas, es una sensación que me alucina, a veces incluso me inquieta.


Ayer estuvimos de nuevo en clase de preparación al parto, cuyo tema principal giró en torno a la familia. Esta vez no hubo ejercicios de relajación, ni falta que hizo, porque al entrar de los primeros, mi amor se encargó de colocar las sillas cerca del radiador y del poyete de una ventana que hizo las veces de pseudoalmohada para descanso y acomodo del padre de mi niño inquieto. Se notaba que estaba a gusto, si hasta hubo un momento en el que me miró, sonrió, y gesticuló es semiplayback: AL-BON-DI-GAS, con la cabeza más en las peloticas que habían quedado en la cazuela después de comer, que en el papeleo necesario para pedir plaza en una guardería.


Ayer, decía, la clase me recordó a las de catequesis, lo que viene siendo abrazafaroleo puro y duro... y a mí, cuando todo es tan guay me da por imaginarme que en mitad del discurso comeollas va a aparecer un hippy pollón con pantalones de campana y foulard morado guitarra en mano entonando "tomados de la mano de Jesús yo voy..." y fue exactamente lo que ocurrío. Me pasé todo el tiempo esperando que hiciera acto de aparición un sucedáneo urbano y arrabalero de Jesucristo Superstar, y ni que decir tiene, que me quedé con las ganas.


Es infumable que casi una veintena de preñadas dispuestas en semicírculo en sillas verdes como de colegio público digamos en voz alta sosteniendo una bola de plástico gigante en las manos, qué nos ha parecido la clase, como si de una terapia de alcohólicos anónimos se tratase, contando cual es el recuerdo que tienen del último lingotazo que se metieron p'al cuerpo.


La próxima clase trata de los síntomas que nos avisan de que llega el momento... qué llevar.. ¿y si ocurre en casa?.


Ay que ver lo que da de sí un ay dios mio!

miércoles, 19 de enero de 2011

El Chumipatra

Recuerdo y al ser de máxima importancia lo escribo para no olvidarlo, otra perla de la clase del otro día.
Parece ser, que la postura más beneficiosa para el crecimiento del bebé es estar tumbada sobre el costado izquierdo, rollo Cleopatra. Deber ser instintivo, porque es la postura en la que mejor me encuentro, pero el hecho de asemejar la posición con la de la Reina del Nilo, me hace caer en la cuenta, de que me urge comprarme una peluca negra con flequillo corto y radical, y pintarme unos rabos de pokera sobre el párpado inferior para no hacer el ridículo cuando me hago un "chumipatra", que a mí me gusta estar digna aunque sea tirada sobre el sofá o esa chaise-longue roja de reciente adquisición que nos trae a mal vivir.

Que se prepare mi Marco Antonio (padre), porque me temo que mi primer antojo va a ser un baño en leche de burra... a ver cómo se lo monta, porque teniendo plato de ducha va a ser complicado... lo de la burra es más fácil, hay mucha suelta...

Voy a colocarme la túnica y los brazaletes, que quiero que mi Marco(hijo) campe a sus anchas por mis anchuras, y crezca lo suficiente, que es lo justo para que no tengan que darme un par de puntos, ay que dolor!

martes, 18 de enero de 2011

Al salir de clase

Ayer estuve en la segunda clase de preparación al parto. He de decir que antes de empezar era bastante reticente, me atemorizaba el hecho de verme rodeada de mujeres embarazadas desconocidas hablando de síntomas, ilusiones y las típicas fobias prenatales, pero me resultó la primera mejor de lo que esperaba, a pesar de que la matrona está chalada perdida, va de guay -que es mucho peor que ser guay- y todas las embarazadas, algunas con experiencia, preguntaban como si cada pregunta supusiera un boleto para el sorteo de una cesta de Navidad. A mi me da corte.

De la primera clase aprendí que los gases duelen mucho, que no se conoce ningún caso de cardiopatía durante el embarazo, y lo más importante, que los ardores se mitigan con un chupito de leche desnatada muy fria. Lástima que la leche me de asco. Y más a palo seco, porque con un poquito de colacao podría hacer un esfuerzo, pero sería peor el remedio que la enfermedad.

Hicimos unos ejercicios torpes y parece ser que muy efectivos para liberar gases, lo que viene siendo tirarse pedos, que parece que estando embarazada es algo muy habitual -lo de no poder hacerlo- aunque no es mi caso. A mi expulsar, de siempre, es algo que se me da de perlas. Qué cuadro las preñás y los preñaores cimbreando la cintura y ahuecando el culo por exigencias de la matrona.. qué manera de hacer el ridículo!

Ayer era el segundo día de clase, fui sola. Es una casualidad que amaneciera el pobre mío con un terrible dolor de talón... y un milagro que hoy se le haya quitado el dolor, la vida está llena de coincidencias. Y eso que se lo hubiera pasado pipa sólo de imaginar mi periné untadito de aceite de rosa mosqueta, que por lo visto es lo más de lo más. Ahora se estila eso, meterte los deditos hasta el infinito, pero no más allá, o que te los meta tu chico, bien impregnados del citado ungüento,  y masajear ligeramente hasta que penetre el aceite... parece ser va muy bien para el parto, ya que a fuerza de aceitarse el pomelo, este se vuelve más elástico y sedoso, lo que facilita la salida del bebé... vamos, lo más parecido a convertir la vagina en un tobogán!

También aprendimos a hacer esos ejercicios de Kegel, que consisten en contraer ciertos músculos para controlar las contracciones, y  en un futuro más lejano, para no tener que usar las compresas que anuncia Concha Velasco. Es fácil. Esencialmente consiste en imaginar que estás haciendo pis, y de repente alguien abre la puerta... ese es el ejemplo que nos puso la matrona... claro, que yo tuve que transformarlo ligeramente, porque para que a mí se me corte el chorro... no vale con que alguien abra la puerta del baño... ese alguien debe ser al menos de la talla de Chayanne... que yo me imagine que me muero si me ve con el culo en pompa haciendo en pis... y con las ingles sin depilar!!! Así me salió el ejercicio fantástico... se me contraía todo!

Ni que decir tiene, que el resto de la clase me lo pase contrayendo/relajando/contrayendo... me he hecho una experta kegeliana, aunque lo mejor estaba por llegar: nos enseñaron un masaje lumbar sencillo y eficaz como pocos. Y eso que a mí no me duele la espalda. Lo malo, que como no vino mi chico, fue una rubia con pinta de cajera del Dia la que me dio el masaje... suerte que no estuviera mascando chicle, se me habría quedado pegado en la espalda por mor de la postura.. Lo bueno... que me encantó! Me hubiera quedado toda la tarde con la cajera acechando sobre mi retaguardia y sus manos sobres mis lumbares, y no, no hubo ninguna connotación sexual a pesar de la cercanía, lo que si hay es mucha mente librepensadora y calenturienta interpretando palabras, ¿queda claro?

En las clases, también se dicen cosas que me gusta menos escuchar, y como no me gustan, aprovecho para ir al baño y hacer pis...que otra de las cosas que cuentan -y de la ya sabía por experiencia- es que al crecer el útero para albergar al bebé, se van aplastando, entre otros, la vejiga y el recto, lo que hace que nos pasemos la mitad del dia y de la noche en el baño, esperando que entre Chayanne para contraer la uretra como dios manda!

La próxima clase promete: Dolor-Control-Relajación ¿Analgesia?... ya os contaré...